lunes, 24 de septiembre de 2012

¿Quién mato a mi madre?



Solo recuerdo la sangre.
El momento en el que el cielo rompió su silencio con una tormenta,  donde el miedo y la desesperación nacieron de un grito. Un grito desesperado que se produce por la… muerte.
“¡¿Mama?!  No te veo… ¡MAMA!, no me dejes por favor, no me dejes mama por dios no, ¡mama no!”
Eso recuerdo, su rostro, su cuerpo inerte, yaciendo en el suelo. Tras ese recuerdo jure venganza.
Aquel día, lo recuerdo como si fuera ayer. Era marzo; 15 de marzo para ser exactos.
Fui con mi mama a la tarde a la plaza, era muy bonita en ese entonces ahora nada es bonito. Recuerdo que de esa plaza mi hamaca favorita era la azul, y esa tarde ella me hamaco  en esa, con tal fuerza que sentía que volaba, sentía que mis sueños los podía alcanzar con solo estirar los brazos, que fácil fue soñar, pero tuvo que pasar eso para que dejara de vivir en las nubes.
Ya era tarde
-¡Vamos ale! Volvamos a casa- me decía estirando la mano y con una sonrisa enorme, tanto que  me tocaba el corazón y me hacia sentir el niño mas feliz del mundo, y  lo fui, en sus brazos siempre fui feliz, luego ya no.
Llegamos a la casa y me hizo la cena, solo vivíamos nosotros dos, no teníamos mucho dinero pero vivíamos bastante bien. Comí y me hizo acostar, me arropo bien y de una manera tan dulce que solo faltaba que me abrazara y me dijera “buenas noches que descanses bien mi vida”. Siempre lo fue todo, siempre fue lo más importante, tanto que quería protegerla, con mi vida, pero…no pude, ¡caramba! No pude.
Un ruido interrumpió mi sueño, y un grito para mi infernal me hizo bajar con toda la rapidez posible,  al bajar vi   un hombre alto con una cicatriz en su cuello corriendo hacia la puerta y desapareció, pero en el suelo… en el suelo de la sala estaba mi madre, tirada, muriéndose, lo único que llego a hacer antes de cerrar sus ojos fue mirarme, sonreírme con la misma calidez y cerro sus ojos para siempre.
Me entere que un vecino llamo a la policía, y de ahí  llevaron a mi madre  al hospital, pero falleció en el camino. ¿Qué paso conmigo? Fui a un orfanato. En síntesis, el verdadero infierno.  En el orfanato solo conocía el significado de dos palabras, sobrevivir o morir. Me dirán exagerado, pero no. Muchas veces en ese tipo de orfanatos hay un grupo que se quiere escapar, la mía no era una excepción; forme un grupo con dos integrantes,  Sofía y Lucas (eran hermanos), ahora la pregunta del millón seria, ¿Por qué nos queríamos escapar?, por el simple de hecho de que éramos torturados de la formas mas horrible, muchos de nosotros  hemos terminado con cicatrices en nuestro cuerpo y un recuerdo horroroso en nuestra mente.  Yo lo he visto, y para mi desgracia lo he vivido. El dueño del orfanato nos sacaba uno por uno y nos ponía en un cuarto oscuro, nos ataba a una silla y nos torturaba por dicha o placer, una de las cosas que nos hacia era quemarnos los brazos con cigarrillos, nos clavaba agujas  por el cuerpo, nos golpeaba. Todos los que éramos rebeldes… sufríamos las consecuencias, a los buenitos por así decirlo los vendía, vallan a saber a ustedes que fue de ellos, la verdad ojala estén bien. Lo que no puedo perdonar es  a ese desgraciado, a ese maldito, a ese jefe, que  torturándome descubrí algo, una cicatriz, la misma… ¡LA MISMA  POR AMOR DE DIOS! Era la misma cicatriz, la  de aquel vil hombre que escapo de mi casa sin verle el rostro,  era el, ¡CARAMBA ERA EL!. Mis ojos se llenaron de odio, de desprecio, quería matarlo en ese mismo instante, pero en la situación en la que me encontraba no era conveniente, no iba  a poder vengarme si hacia eso. Después  de haberme dado cuenta de tal verdad, conocí a  Sofía, una chica demasiado dulce, inocente, tierna, como mi madre… no merecía tal dolor, tal sufrimiento, no lo merecía,  me presento a su hermano,  Lucas,  un buen muchacho, valiente de los míos,  ellos estaban ahí por que su madre los abandono ahí, sin motivo alguno,  pero Lucas quería venganza,  le he preguntado el por que y me a contestado “ le hare pagar el dolor que le ocasiona a mi hermana” yo le dije que lo ayudaría.
Planeamos la fuga. Simple nada difícil, esperar a que todos durmieran, y  adormecer bien a el pelotudo del jefe para que no viera lo que haríamos,  eso fue lo mas difícil y complicado y si nos vallaba estábamos muertos.
¡Pero fue un éxito! Dios se puso de nuestra parte, aunque tendríamos en  nuestra conciencia o mas en la mía y la de Lucas  del pecado de la muerte, pero ambos teníamos un objetivo, proteger, yo no pude así que  protegería a su hermana como no pude con mi madre.
 Todo estaba listo.  Él ya estaba atado,  en su propia cama, Sofía y Lucas protegían la entrada y yo solo con el,  para declarar mi venganza, aplicando las torturas mas dolorosas posibles para luego matarlo.
Lo primero, espere que despertara, y al despertar le conté una historia,  bastante corta, empezaba con un asesinato que el cometió. Se puso pálido, pero aun mostraba esa tranquilidad asesina. 
Se puso nervioso cuando le dije que ese niño del relato era yo.
“sufrirás el mismo dolor”
Fueron mis palabras y comencé con la tortura. Primero le clave las agujas que nos clavaba en sus brazos, segundo lo golpee con el palo con el que él nos pegaba. Tercero le queme la cara con los cigarrillos,  cuarto… le corte la lengua  y el tiro de gracia… lo degollé. Su cabeza para mi era un trofeo de gloria,  mi venganza se había completado oficial. Había hecho justicia por mi parte, ya que ustedes no lograron hacer nada. Solo me dejaron abandonado. ¿Qué paso son Sofía y Lucas?  A ellos los adopto una familia  hermosa, son felices ahora,  y todos los niños de ese orfanato fueron liberados, algunos devueltos a sus casas, otros fueron a nuevas casas a empezar de nuevo su vida, por mi parte ya no me interesa lo que me pase, ya cumplí mi juramento.
Si, lo se oficial,  cometí un asesinato, ante sus ojos, ante los míos fueron justicia, pero iré sin resentimientos, ya no me espera nada en esta vida.